Qué comunicar y cómo hacerlo se han convertido en dos cuestiones clave durante la gran anomalía a la que nos ha llevado la pandemia del COVID-19 y la declaración del estado de alarma por parte del Gobierno. Sobre el necesario papel de los portavoces en este momento ha reflexionado Luis Motes, CEO en Doyou Media, en un artículo publicado en Valencia Plaza.
A raíz del incidente protagonizado recientemente por el Jefe del Estado Mayor de la Guardia Civil, general Santiago Marín, con su contestación a una pregunta sobre si la Benemérita tenía como misión contrarrestar los bulos y desinformaciones en una rueda de prensa y perseguir a quienes atentan contra la reputación de los equipos de crisis, Motes destaca que, en esos momentos, es cuando nos damos cuenta de “lo mal que hablamos, lo mal que respondemos ante la tragedia porque España es un país de portavoces mediocres”. En ese sentido, continúa: “Nos cuesta hablar en público y la crisis del Covid-19 ha conmocionado los cimientos de nuestra sociedad, dejando a la intemperie la mayoría de nuestras carencias como colectivo. También en esta faceta”.
Nuestro CEO incide en que los “hechos-ruptura”, como por ejemplo la pandemia que estamos viviendo, “requieren de acciones extraordinarias para su entendimiento y su gestión”, es necesario, afirma, “contar con una estrategia de comunicación propia”. En cualquier caso, los portavoces, aquellos que son el rostro visible de cada una de las empresas o instituciones que representan en estos momentos, “abordan su misión que no es otra que la de moderar la conversación entre sus instituciones y los públicos a los que van dirigidos”.
En el artículo, Luis Motes analiza igualmente de qué manera han abordado esta situación los distintos gobiernos, el central y el autonómico, pero también los expertos y epidemiólogos asociados a ellos, como es el caso de Fernando Simón en Moncloa o Hermelinda Vanaclocha en la Generalitat para concluir que, en cualquier caso, “España no es un país de portavoces”.
Para acabar, Motes cierra el texto con una última reflexión que pone en valor la difícil tarea del portavoz en situaciones de crisis y el papel relevante que juega la economía de la reputación, el entorno competitivo que pone en valor el respeto y la confianza que inspiran las organizaciones y entidades: “Las catástrofes, en la gestión de su reputación por la ausencia de interlocutores solventes, cuestan dinero y credibilidad. La formación de portavoces dentro de la estrategia de comunicación como eje de la cultura corporativa es una asignatura pendiente y obligada. La economía de la reputación -dar a conocer y convencer- llegó para quedarse”.
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