Hay eventos que se esperan con ganas. Y luego está la Noche de la Arquitectura Valenciana, que no se espera: se desea.
La edición de 2025, celebrada en el Club de Golf Escorpión, con sus míticas piscinas diseñadas por Antonio Escario como telón de fondo, ha sido —según los más veteranos y los más exigentes— la más redonda hasta la fecha. El tándem formado por el equipo Doyou y el CTAV ha demostrado que, cuando la visión y la complicidad hacen match, el resultado solo puede ser excelencia.

Desde el primer momento, la atmósfera hablaba por sí sola: una arquitectura de relaciones, de emociones y de reconocimiento mutuo. Más de 400 asistentes, entre colegiados, autoridades, premiados y amigos de la arquitectura, se sumaron a una noche que combinó elegancia, cercanía y celebración con una naturalidad pasmosa.
Durante la ceremonia se realizó el ya mítico sorteo de productos del CTAV por parte de las empresas colaboradoras. Pero el momento más emotivo llegó con el reconocimiento a los arquitectos y arquitectas voluntarios en la emergencia de la DANA. Una ovación sentida, de esas que pellizcan, que recordó que la profesión también sabe estar donde más se la necesita.

Y como toda buena noche, hubo brindis, conversaciones que se alargaron, promesas de verse más y muchas ganas de seguir construyendo —no solo ciudades, sino comunidad—.
Porque cuando la arquitectura se celebra así, con gente que la vive, lo técnico se vuelve humano. Y lo humano, inolvidable. Porque si algo deja claro esta Noche de la Arquitectura es que, más allá de los planos y los proyectos, lo que realmente construye el CTAV es una comunidad viva, activa y profundamente orgullosa de su profesión.